viernes, 19 de octubre de 2007

Starbucks manía

Caminaba con mis hermanos y un pata por Surco en busca de un trago nocturno en una de esas licorerías que no respetan la ley. Mientras salíamos de esa zona donde las calles alternan curiosos nombres como “Tradición” o “Melchor Malo” nos topamos con una luz extraña.


Fijando bien la mirada noté que conocía lo que era. Desde el medio de la pista estaba perfectamente observable el curioso logo de la tienda cafetera más popular de Lima. Lo digo por la cantidad de gente que veo por allí, la cantidad que allí me invita o por lo que escucho de ellos. Cual faro mayor -pues la ubicación de los otros postes invitaba a la comparación- el círculo luminoso parecía convocar a los noctámbulos surcanos, o de quién sabe donde. No importa, era cerca de media noche y el lugar estaba lleno, para variar.


Por alguna razón no puedo quitarme de la cabeza la imagen gringa de Starbucks. Los comentarios que alguna vez leí en 2005 de que las Olsen eran siempre vistas sosteniendo uno de esos vasos albiverdes mientras zapeaba algún canal gringo, o el solo hecho de que el nombre esté en inglés contribuyen a alimentar esta percepción. Y eso que no soy de los antiyankees snob con los que uno suele encontrarse con facilidad hoy en día. Esta reflexión no es “antiimperialista” como el APRA decía ser en su fundación. Es más, me gusta ese país y tengo familia por allí (como medio Perú, según creo). Es solo que me vino un vago sentimiento de búsqueda por “símbolos nacionales” –o “limeños”- en alguna respuesta que emule a otros esfuerzos cafeteros más locales.

Se me vienen dos ejemplos a la cabeza: De un lado, Balzac Coffee, que según me dijo una amiga berlinesa, era la respuesta alemana (específicamente hamburguesa –o sea de Hamburgo, para los que solo comen) a la empresa estadounidense. A mi juicio, son igualitos. Es curioso que, en Berlín, uno de sus locales esté curiosamente cerca de otro local de Starbucks al frente del Checkpoint Charlie. Todo un casus belli. Del otro lado está Juan Valdez, la tienda colombiana que hace poco abrió un banner con la figura de "Juan y Conchita" –la mula- en un edificio de 8 pisos en Manhattan y cuya interesante estrategia de expansión (ante una hipotética incursión en tierras peruanas) fue motivo del último caso que realicé en mi curso de Marketing.

Un amigo me comentó alguna vez que en uno de esos foros tontos que discuten si Chile es mejor que el Perú, se enumeraba la cantidad de Starbucks con que la capital de cada país contaba. Uno de los argumentos más patéticos para medir la belleza comparada entre Lima y Santiago que haya podido escuchar. Nosotros ganamos por si a alguien le place saber. Si de esas cantidades se trata, Lima es mucho más linda que Buenos Aires, pues como me decía un porteño a quien parafraseo “che, envidio la suerte que tenés, man. En Bs As no hay un solo Starbucks”. Si el mundo fuera unidimensional… Como fuere, Starbucks parece abrir en Lima un local nuevo cada mes. Y a todos los veo con gente.

Lo que pasa es que no sé si nuestros cafés den talla suficiente como para competir. Invito a recordar al clásico Haití, al alternativo (¿?) Café Z o al simpático vagón de tren que queda cerca de la plaza de Barranco. A lo mejor compiten en otras lides y esos espacios no pueden empaquetarse con olor a franquicia. No lo sé con certeza, pero creo que pensar así está mal. Seguramente nadie habría apostado que Bembos detendría a McDonald’s o nadie, en el caso parecido de Inca Kola versus Coca Cola por estas tierras.

Sé que algunos de mis amigos (ellas en particular) podrían enfadarse si trato de describir un perfil de quienes van a Starbucks que justifique el cariz medio gris de este artículo. La verdad es que no lo tengo claro, pues puedo detestar por igual al que va al Starbucks por el gusto de decir que estuvo allí como al que hace lo mismo yendo al Queirolo. Aunque confieso que últimamente identifico a Starbucks como el nuevo refugio de amigos de pensamientos ligeros, estoy seguro de que no todos son así. Existen los que van porque les gusta el café, a los que les gusta el ambiente y los que creen que está de moda gilearse a una chica visitando este lugar. A fin de cuentas, todos podemos tomarnos algo donde nos venga en gana. Somos libres, seámoslo siempre.

En mi opinión, esto solo refleja la falta de verdaderos espacios públicos en la ciudad de Los Reyes del siglo XXI.

12 comentarios:

Unknown dijo...

Starbucks me hace recordar sesiones intensivas de estudio justo antes de alguna práctica de macro. Y eso que me gusta el lugar (o me gusta más que el café). Lo más probable es que muchas personas vayan por la misma razón por la que yo voy: ¿qué otro lugar para tomar café hay en Lima? Si te pones a pensar, no hay ninguno tan cómodo como Starbucks (con los sillones y todo).

Hace años, había uno en el pasaje de Miraflores (el que queda entre La Paz y una paralela a Larco) que tenía más o menos es estilo. No era una cadena ni nada parecido, pero era bastante cómodo.. con café de verdad y un ambiente perfecto.

Sin embargo, sería bueno que existan otras opciones. Otro lugar rápido, variado, con cafe de verdad y un ambiente similar. Me encanta ir por muchas razones (dentro de las cuales no está el café entre las primeras) y muchas personas que conozco piensan igual.

Héctor Josué dijo...

Yo también voy. Los conozco casi todos. De las tres razones para ir que comentaba arriba, me confieso culpable en las tres.

Sigo creyendo, sin embargo, que el éxito de cada local Starbucks que abre refleja algo más que el éxito de su modelo. Es la necesidad insatisfecha por espacios donde pasarla bien de manera distinta de la juerguera.

Asimismo, no estoy en contra de las cadenas. Estoy picón porque ningún emprendedor peruano haya creado una en este lucrativo negocio y porque, en verdad, en Lima faltan más parques y espacios públicos grandes. Lugares donde la gente pueda ir a sentarse y disfrutar del verde sin ver ni oír carro alguno en derrededor.

Unknown dijo...

"en Lima faltan más parques y espacios públicos grandes". Faltan más espacios públicos en general. Llega un momento en que ya no hay donde ir porque no hay nada nuevo que ver. Habría que agradecer que, al menos, las obras de teatro cambian relativamente rápido.

Héctor Josué dijo...

Buen punto. Al menos eso sí empieza a cambiar más a menudo con mejor variedad y calidad.

Me has convencido de una nueva entrada para el blog. Veré si encuentro a alguien más calificado como para escribir al respecto.

edu dijo...

No voy a menudo, pero un día caminando por Miraflores me gustó escapar del inclemente clima y refugiarme en los cálidos sillones del Starbucks del óvalo Gutiérrez. Con buena música, un libro y un frapuccino de moca me fue imposible no disfrutar del momento.

Banda sonora: MPB

Aldo Accinelli dijo...

Llegué hasta aquí por culpa de un Héctor(no, no es el dueño del blog, es el Héctor menor, ese que también es conocido, a veces, como Héctor Daniel); en fin, ahora a lo que iba, comentar. Creo, considero y pienso que el afán por buscar espacios es porque simplemente los que uno tiene a la mano generalmente son vistos como menos frente a un local de alguna franquicia; me explico, estar en el parque conversando con los amigos junto a un gato callejero o en la casa de alguien es generalmente visto como algo menos al estar en el Starbucks, el Z, el Haiti o simplemente en el sanguchón. ¿Por qué pasa eso? No lo sé, tal vez porque el sitio es visto como el fin y no como un medio; porque todo sitio así es un medio para pasar el rato, sea el que sea, estar ahí(para mí) no es el fin.

Héctor Josué dijo...

Edu, concuerdo con esa idea de refugio ante las inclemencias. Creo que no eres el único.

Héctor Josué dijo...

Aldo, esa discusión de medios o fines me parece pertinente.

Sin embargo, me gustaría que la oxigenaras con la imagen de buenos y amplios parques, pasajes de a pie, fuentes de agua u otros lugares que no termino de dibujar mentalmente pero que evoco de otros lugares en pasados viajes.

Lima clama por belleza escénica.

Estimo que el sustituto imperfecto de estos sitios se compone de estos lugares comerciales que comentamos.

Mi punto es que estar con los patas en la calle, en algún parque -gato callejero incluido- podría no ser una actividad menospreciada si tuviéramos mejores lugares públicos.

Elohim Monard dijo...

Héctor, no caigas en esa horrible costumbre de hacer de Lima solo San Isidro, Miraflores, Surco y La Molina (y algunos de sus eventuales alrededores o intermedios). Starbucks no es ni será el lugar más visitado de Lima sencillamente porque según su web (www.starbucks.com.pe) tiene locales tan solo en los distritos mencionados. Starbucks es el lugar más visitado de muchos de tus amigos de la universidad, del colegio, barrio y demás.

Sobre el tema de las espacios públicos... pue ser. Pero tomen en cuenta que la mayoría gentita de Lima que va a Starbucks no quiere mezclarse en el mismo espacio con el resto de Lima o del Perú. ¿Acaso no sería agradable sentarse en el Parque de la Exposición de vez en cuando? Lima no es solo difusa, es también fragmentada.

Elohim Monard dijo...

Me olvidaba... quería compartir con ustedes este diálogo entre Matt Damon y Minnie Driver en la película Good Will Hunting:

Minnie: Bueno, tengo que irme. Tengo que levantarme temprano y gastar algo más en mi sobrevaluada educación (con ironía).

Matt: No, no me refería a ti.

Minnie: Está bien. Aquí está mi número. Quizás podríamos ir a tomar un café alguna vez.

Matt: Bueno, sí. Quizás podrías juntarnos a comer unos caramelos.

Minnie: Qué quieres decir?

Matt: Si lo piensas, es tan arbitrario como tomar café.

Minnie: Oh, sí. Ok…

Héctor Josué dijo...

Elohim, sabias palabras. Lima no es solo difusa sino desintegrada. Y sí, Lima no solo corresponde a estos lugares ni la gente que frecuento y en ese sentido acabo de ir a un par de lugares muy interesantes (otrora marginales) hace poco.

Pero me di cuenta de que mi visión de esos sitios no deja de ser ajena. Casi de turista en la ciudad que vivo. Y a veces quiero reaccionar contra los que resaltan que Lima es solamente lo chicha.

Es también lo otro, sin embargo y gracias por hacerme recordarlo

Héctor Josué dijo...

La escena que comentas de "Good Will Hunting" es bonísima.

En particular si se mezcla con la siguiente en la tienda de dulces a la que van después.